2 Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impios gobiernan, el pueblo gime.
3 El que ama la sabiduria alegra a su padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna.
4 Con justicia el rey da estabilidad al pais; cuando lo abruma con tributos, lo destruye.
5 El que adula a su projimo le tiende una trampa.
6 Al malvado lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegria.
7 El justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se trata.
8 Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios apaciguan los animos.
9 Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ria, nada arreglará.
10 Los asesinos aborrecen a los integros, y tratan de matar a los justos.
11 El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.
12 Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen.
13 Algo en común tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista.
14 El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para siempre.
15 La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergenza a su madre.
16 Cuando prospera el impío, prospera el pecado, pero los justos presenciarán su caída.
17 Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones.
18 Donde no hay visión, el pueblo se extravía; !dichosos los que son obedientes a la ley!
19 No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no obedecerá.
20 ?Te has fijado en los que hablan sin pensar? !Más se puede esperar de un necio que de gente así!
21 Quien consiente a su criado cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo.
22 El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes.
23 El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido.
24 El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará.
25 Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado.
26 Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor.
27 Los justos aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.
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