Mientras Jesús estaba en silencio en la tumba, Satanás y sus hordas se
alegraban. Ellos pensaron que habían ganado una victoria irreversible, pero en
todo momento, el plan predeterminado de Dios estuvo en marcha, ¡un plan para la
vida resucitada!
El Señor envió a Su Espíritu Santo a las mismas entrañas de la muerte y
allí el Espíritu vivificó el cuerpo de Jesús, levantándolo de los muertos.
Nuestro bendito Salvador salió de la tumba, atravesando la gruesa piedra, con
este testimonio:
"El que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los
siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Apocalipsis 1:18).
Cristo está diciendo: "¡Yo soy el que tiene la vida eterna! Estuve muerto,
pero estoy vivo, ahora y para siempre. ¡Yo tengo en Mis manos las llaves de la
vida y la muerte!"
El momento en que Jesús salió de la prisión de la muerte, se convirtió en
la resurrección y la vida. Lo hizo no sólo para Sí, sino para todos los que
creyeran en Él desde ese día. Él nos trajo una vida de resurrección ¡más
allá del poder de la muerte! Por lo tanto, ya no hay ninguna razón para que
un cristiano tema a la muerte o la vea como un enemigo. Nuestro Señor la ha
vencido por completo: "al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella."
(Hechos 2:24).
Si has recibido a Jesús como tu Salvador y Señor, entonces Él vive en ti
como el gran poder de la vida resucitada. El mismo poder de resurrección que
Lo levantó de la tumba, te sustentará también. "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5). Tú
tienes dentro de tu ser todo lo que está en Cristo, ¡una poderosa fuerza
vital que Satanás no puede destruir!
"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os
dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el
hombre interior por su Espíritu" (Efesios 3:14-16).
alegraban. Ellos pensaron que habían ganado una victoria irreversible, pero en
todo momento, el plan predeterminado de Dios estuvo en marcha, ¡un plan para la
vida resucitada!
El Señor envió a Su Espíritu Santo a las mismas entrañas de la muerte y
allí el Espíritu vivificó el cuerpo de Jesús, levantándolo de los muertos.
Nuestro bendito Salvador salió de la tumba, atravesando la gruesa piedra, con
este testimonio:
"El que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los
siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Apocalipsis 1:18).
Cristo está diciendo: "¡Yo soy el que tiene la vida eterna! Estuve muerto,
pero estoy vivo, ahora y para siempre. ¡Yo tengo en Mis manos las llaves de la
vida y la muerte!"
El momento en que Jesús salió de la prisión de la muerte, se convirtió en
la resurrección y la vida. Lo hizo no sólo para Sí, sino para todos los que
creyeran en Él desde ese día. Él nos trajo una vida de resurrección ¡más
allá del poder de la muerte! Por lo tanto, ya no hay ninguna razón para que
un cristiano tema a la muerte o la vea como un enemigo. Nuestro Señor la ha
vencido por completo: "al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella."
(Hechos 2:24).
Si has recibido a Jesús como tu Salvador y Señor, entonces Él vive en ti
como el gran poder de la vida resucitada. El mismo poder de resurrección que
Lo levantó de la tumba, te sustentará también. "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5). Tú
tienes dentro de tu ser todo lo que está en Cristo, ¡una poderosa fuerza
vital que Satanás no puede destruir!
"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os
dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el
hombre interior por su Espíritu" (Efesios 3:14-16).
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